La amemos u odiemos, la palabra vegano provoca todo tipo de reacciones. Hay quienes sienten curiosidad e interés, asimismo enfado, frustración, incomodidad, aversión, incluso vergüenza. Además de las emociones negativas de algunos egos heridos, hay quienes van más lejos a sentir miedo y ansiedad de un futuro donde los demás animales sobrepueblan la Tierra y comienzan a comer humanos (en defensa propia, hay que criarlos para comerlos antes de que comience la rebelión en la granja, se desate el apocalipsis zombi animal y terminemos en un caldo con saborizante artificial). Pero, a ver, prejuicios, fantasías y terrores aparte, ¿qué se entiende por vegano?

Los medios masivos y las principales organizaciones animalistas definen el veganismo en términos dietéticos y medioambientales, por eso es mal entendido como aquello que tiene el objetivo de favorecer nuestra salud y la del planeta. Aunque hay suficiente evidencia científica que respalda dichos beneficios, es importante saber que el veganismo busca una sola cosa: emancipar a los animales no humanos.

El debate sobre nuestra relación con las otras criaturas ronda desde hace, cuando menos, 2,500 años. Hasta que en el siglo XIX nace la Sociedad Vegetariana, donde después de un largo análisis acerca del consumo de huevos, lácteos y otros derivados, dio origen a la Sociedad Vegana en 1944, tras concluir que la civilización actual se ha cimentado en la explotación de animales tal como las civilizaciones pasadas se basaron en la explotación de esclavos. Así pues, el veganismo debe comprenderse como el principio ético que rechaza la explotación animal y acoge una actitud de respeto hacia todos los seres.

Dado que vivimos en un mundo que normaliza la cosificación y el abuso de los cuerpos animales, respetarlos implica dejar de comerlos, vestirlos y usarlos para cualquier fin humano. Derivado de esta convicción se cuestiona la cultura de la carne y de aquellos que recitan “no puedo dejar el queso”; objeta el uso de los individuos nacidos en otras especies; contradice la mentalidad predominante que ve a los animales como recursos y propiedad; desafía una tradición históricamente supremacista.

Es vegano entonces quien decide no participar directamente en la explotación de animales y asume que cada rincón de este planeta bello y atroz también es su legítimo hogar. No como un acto de amor o compasión, sino de justicia. Adoptar el veganismo es abrazar una doctrina de libertad: libera a los animales sujetos al capricho humano y libera al humano de creer que tiene un derecho moral para dominar con toda impunidad el reino animal.


  • El término vegano es una contracción de vegetariano. Fue acuñado por Donald Watson en 1944 con el objetivo de diferenciarse de quienes aún contribuyen a la explotación animal.
  • Leslie J. Cross definió el concepto de veganismo que se hizo público en 1951 por la Sociedad Vegana: —El objetivo de la Sociedad será poner fin a la explotación de los animales y la palabra veganismo se entenderá como la doctrina de que el humano debe vivir sin explotar animales—.